Espejos y proyecciones


Un espejo es una superficie generalmente plana donde podemos mirar nuestra propia imagen. ¿Qué buscamos cuando nos asomamos a un espejo? Reconocernos, comprobar nuestro aspecto, vernos a nosotros mismos.

La reunión pasada comenzó con la pregunta ¿qué es lo que más te choca?, en referencia a la frase “lo que te choca te checa”, la cual indica que eso que te molesta, disgusta o rechazas de las personas, de alguna manera es igual a una forma en la que tú te comportas, pero te autocensuras proyectando en los demás lo que no reconoces en ti. De esta premisa podemos obtener que el entorno o las personas que nos rodean pueden revelar información sobre nosotros mismos, como si otros fueran nuestro espejo.

Proyección
La proyección es un mecanismo de defensa que consiste en que un sujeto atribuye a otras personas las propias virtudes o defectos, incluso carencias. Generalmente estas atribuciones son inconscientes y consisten en deseos o pensamientos que no terminan de aceptarse como propios ya que generan ansiedad o angustia; de tal forma que se proyectan aquellas emociones o pensamientos en alguien externo.[1]

Durante nuestra charla revisamos que la proyección no sólo se trata de que si, por ejemplo, yo digo que lo que más me choca de las personas es la hipocresía, debe ser que yo soy hipócrita, sino que también devela dónde estoy poniendo mi atención, que en este caso sería en la hipocresía. Es decir, eso que me afecta es una proyección de mi hacia las personas. Tienes la sensación de que conoces bien a los demás porque identificas sus conductas, pero en realidad tú eliges poner tu atención sólo en un aspecto y no en todo el panorama, por lo que la actitud de una persona puede ser más compleja de lo que piensas o, mejor aún, completamente diferente a lo que piensas. Esto concuerda con la quinta ley cósmica de Shambhala que dice: “Si algo me afecta, es porque yo lo estoy proyectando”.

Por supuesto que hay casos en los que la gente utiliza la proyección para que la atención esté fuera de ellos y poder seguir haciendo eso que dicen reprobar. Seguramente habrá alguien que justamente piense: “yo jamás haría eso que digo que detesto”, pero la sutileza de la proyección está en que al colocar fuera de ti las conductas que repruebas, no te permites ver de qué maneras inconscientes y sutiles también lo haces. Cuando dejas de proyectar, reconoces que lo que rechazas va directamente en contra de tu propia escala de valores y regentes; no siempre significa que tú seas igual a eso que detestas, sino que lo reconoces en ti, por tu historia de vida o por tu formación personal y lo tanto lo rechazas. Al mismo tiempo, lo valioso de poner atención en lo que te molesta y reconocerlo como proyección tuya, es que puedes acceder de cierto modo a tu lado oscuro, que sería el primer paso para aceptarlo e integrarte.

En síntesis, proyectar en otros lo que repruebas no te permite ver que:
1) las relaciones personales son más complejas de lo que percibes,
2) sólo pones tu atención en eso que te choca para demostrar tu punto o evadir tu responsabilidad,
3) y que no te permites aceptar que puede haber en ti algo de eso que dices reprobar y que en algún futuro te pueda servir para salir de una situación en la que lo requieras.
Decía Tito que “el problema no es tu problema, sino dónde pones tu atención, que es tu lado enfermo”.

Lo que ves en los demás es tu reflejo
Proyectar en otros tus fobias, angustias, carencias y demás, en realidad dice más acerca de ti que de los otros. Hacer consciente el mecanismo de proyección nos permite recuperar el control de lo que nos afecta, de lo que nos preocupa, de lo que nos hace falta o del daño que podemos estar causando a otros o a nosotros mismos. De este modo puedes modificar o mejorar en ti lo que no te gusta de otros, y al cambiar tú, cambiarás tu entorno.


Todo lo que llega a nuestros sentidos está filtrado por nuestra percepción. Nuestra historia de vida, nuestro contexto, el lugar donde nacimos y vivimos, las personas con las que nos relacionamos, nuestros condicionamientos se convierten en un filtro con el cual observamos y entendemos al mundo, y siempre vamos a tener una percepción única y diferente de la realidad. Esto no significa que todo sea relativo, sino que estos filtros pueden estar creando en ti percepciones alteradas de la realidad. Aceptar que todas las visiones del mundo son subjetivas es ver la realidad. Todas las teorías, todas las filosofías son interpretaciones, la realidad siempre es más compleja.


Síntesis por Miguel Arriola




[1] C. G. Jung, Los arquetipos y lo inconsciente colectivo, “Los aspectos psicológicos del arquetipo de la madre” y Melanie Klein, Notas sobre algunos mecanismos esquizoides.

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