Acompañamiento Terapéutico
Es importante trabajar con nuestra salud física, mental y emocional; sabernos acompañados en nuestros procesos de vida y en nuestras crisis sin el temor de ser juzgados o criticados por sentir o pensar como lo hacemos, así como respetarnos el derecho a expresar y ser escuchados.
Como casi todos venimos de familias disfuncionales, muchos de nosotros repetimos patrones enfermos de conducta; es decir, nos comportamos de la misma forma que nuestros padres, aun cuando esos comportamientos sean enfermos. O bien, tomamos el otro extremo: hacemos exactamente lo contrario a nuestros padres. En este sentido no importa si haces lo mismo o lo contrario, ambas conductas funcionan con base en un patrón enfermo y se transmite de generación en generación. Por todo esto, es muy difícil mirarnos a nosotros mismos y darnos cuenta de que lo que hacemos es por razones o motivaciones inconscientes, como justificarnos o evitar asumir responsabilidad.
Muy pocos de nosotros sabemos que lo que rige nuestro hacer son móviles inconscientes, que son experiencias grabadas desde nuestra infancia, relacionadas con no haber aprendido cosas sanas y sí a través de modelos enfermos, carencias, traumas y sobreexigencias. Todas estas experiencias traumáticas nos dejan heridos y fragmentados, a nivel inconsciente nos obligan a buscar la manera de saciar o sanar las experiencias que fueron inmanejables. Casi siempre es muy difícil lograr esto sin un adecuado y honesto trabajo terapéutico, que sabes cuándo empieza pero no cuándo termina.
Como casi todos venimos de familias disfuncionales, muchos de nosotros repetimos patrones enfermos de conducta; es decir, nos comportamos de la misma forma que nuestros padres, aun cuando esos comportamientos sean enfermos. O bien, tomamos el otro extremo: hacemos exactamente lo contrario a nuestros padres. En este sentido no importa si haces lo mismo o lo contrario, ambas conductas funcionan con base en un patrón enfermo y se transmite de generación en generación. Por todo esto, es muy difícil mirarnos a nosotros mismos y darnos cuenta de que lo que hacemos es por razones o motivaciones inconscientes, como justificarnos o evitar asumir responsabilidad.
Muy pocos de nosotros sabemos que lo que rige nuestro hacer son móviles inconscientes, que son experiencias grabadas desde nuestra infancia, relacionadas con no haber aprendido cosas sanas y sí a través de modelos enfermos, carencias, traumas y sobreexigencias. Todas estas experiencias traumáticas nos dejan heridos y fragmentados, a nivel inconsciente nos obligan a buscar la manera de saciar o sanar las experiencias que fueron inmanejables. Casi siempre es muy difícil lograr esto sin un adecuado y honesto trabajo terapéutico, que sabes cuándo empieza pero no cuándo termina.
Es un hecho que todos tenemos cuestiones que nos dificultan nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos, con la pareja, con la familia o en el trabajo, y a veces toleramos más de lo necesario, lo cual genera una gran insatisfacción. Y sin embargo aún muchas personas piensan que para ir con un terapeuta necesitas tener muchos problemas o estar loco, creen que si no están atravesando por una situación de crisis importante, no vale la pena invertir tiempo y esfuerzo en sí mismos. Esta idea es equivocada. Se requiere consciencia de querer conocerse mejor, reabrir juicios y confrontar creencias repetidas en el pasado para saber si aún se necesitan o no. Sólo las personas que realmente tienen las ganas y la valentía, aceptan dejar de evadir y asisten a un acompañamiento terapéutico.