Pensar demasiado

Pensar, reflexionar, analizar y hasta fantasear son cosas que hacemos todos los días, pero "pensar demasiado" se puede identificar porque se siente como una ausencia de silencio en la cabeza, como un ruido constante hecho de voces que no se callan y no se detienen y nos impiden conciliar el sueño o nos provocan ansiedad. Generalmente surge por miedos, vergüenza, por creer que podemos adivinar lo que piensan las otras personas, criticar por horas algo que hicimos, un error que tuvimos, sobre-interpretar las actitudes o respuestas de la gente o creer que deberíamos satisfacer las expectativas de los demás descuidando la propia voluntad. Pensar demasiado es muy perjudicial para tu salud mental e incluso física cuando te impide dormir o alimentarte adecuadamente. Hacemos énfasis en la palabra "demasiado" porque es ahí donde radica lo patológico.
 
Una conclusión a la que llegamos durante la charla, y que de hecho es también una lectura terapéutica de este hábito, nos revela que recurrimos a él porque inconscientemente estamos evadiendo algo, porque pensar mucho en cualquier situación, nos hace tener la sensación de que estamos tratando de resolver lo que nos incomoda. No sería patológico si lleváramos a la acción lo que pensamos una y otra vez, pero si sólo nos enfrascamos en el pensar por pensar o todo lo que pensamos nos lleva a suponer que el resultado de actuar será catastrófico, entonces estamos frente al "overthinking".

Overthinking y evasión

Pensar demasiado evita que sientas. La evasión es un mecanismo de defensa que nos impide asumir algo porque es incómodo o doloroso, ya sea porque estamos condicionados a no mostrar nuestros sentimientos ("los niños no lloran" o "las niñas bonitas no dicen groserías") o porque estamos atiborrados de dobles mensajes (por un lado nos piden expresar pero luego nos castigan por hacerlo). Por lo tanto, una de las cosas que evadimos al pensar demás es aceptar nuestros sentimientos. Por otro lado, pensar mucho también te evade de "estar en el presente". Nos aferramos a vivir en el pasado pretendiendo cambiar lo que ya fue. También evadimos el actuar pues nos quedamos atorados en un recoveco sin llegar a ninguna conclusión ni tomar cartas en el asunto.

El "pensar demás" puede confundirse con la frase "vives en tu cabeza", "vives en tu mundo", pero en el curso hemos concluido que, aunque se relacionan, no son lo mismo, pues esta frase hace alusión a que tú ves o vives el mundo según tus ideas, que pueden ser prejuicios o percepciones distintas al común de las personas. Pero también, "vives en tu cabeza" tiene que ver con el hábito de intelectualizar* todo lo que ocurre en tu entorno y en tu vida; y en ocasiones esto también puede llegar a ser patológico cuando lo utilizamos para no poner en práctica algo que aprendemos (y usamos frases como "es que la vida es así"), para no asumir la responsabilidad de nuestras acciones y para no mostrar empatía ni sentimientos o para justificar acciones violentas.

Cómo dejar de pensar demasiado

Si, como concluimos, pensar demasiado es una fuga de tu presente, tus sentimientos y resposabilidades de vida, el primer paso consiste en tratar de identificar qué asunto estás evadiendo al pensar y repensar nimiedades. Afrontar los sentimientos, vivirlos, canalizarlos. Preguntar al tercero involucrado en lugar de tratar de interpretar sus gestos. Aceptar que nada de lo pasado puede modificarse y nada de lo futuro puede controlarse. Y, por supuesto, buscar ayuda terapéutica.

Bien decía nuestro maestro Tito que "Lo que crees que es tu problema, no es tu problema, sino dónde pones tu atención, que es tu lado enfermo".


(Síntesis por Miguel Arriola).


*Intelectualizar también es un mecanismo de defensa. Todos los mecanismos de defensa son sanos cuando funcionan en una persona para adaptarse a una situación. Se vuelven patológicos cuando sin estar en dicha situación, se sigue utilizando el mismo mecanismo.

Comentarios

Entradas populares