Cómo te pones obstáculos (o ¿por qué no consigo lo que quiero?)


No existe ninguna fuerza en el universo que se oponga a lo que tú quieres que no seas tú mismo.
Tito

En el curso identificamos varias razones por las cuales solemos obstaculizar aquello que deseamos. Todas son parte de la "ley de 180°" que consiste en el siguiente teorema:

"Si dices que quieres algo pero no lo tienes, es porque a nivel inconsciente tienes motivos para no tenerlo. Si dices que no quieres algo pero lo tienes, es porque a nivel inconsciente tienes motivos para tenerlo."*

Este teorema nos ayuda a develar que lo que nos impide obtener lo que queremos son motivos inconscientes. No obstante, hay matices sutiles en muchos de los obstáculos que nos ponemos cada día. En esta entrada exploraremos los revisados durante la charla.

1) Compararnos con otros
Es muy común que estemos continuamente viendo más verde el pasto del vecino. Pensamos que otros tienen más suerte que nosotros, que tenemos un mal sino o que estamos haciendo algo incorrecto. En ocasiones nos asalta la envidia y el sentimiento de que nosotros no merecemos lo que otros sí. Los demás obtienen lo que quieren y nosotros no.

Todas estas ideas no nos permiten ver que estamos colocándonos en un rol de víctimas y que probablemente estemos tan casados y hasta enamorados de él, que acaso ese sea justamente el motivo por el que no nos permitimos alcanzar lo que deseamos, ni ver lo que sí tenemos. “Si a mi siempre me salieran las cosas bien como le salen bien a mi vecino, sería feliz”, pensamos enfermamente.
Dejar de compararnos y valorar lo que tenemos es muy importante para el bienestar general.  “Si no tengo lo que quiero, bendigo lo que tengo”.

2) Diferenciar si mi deseo es propio o ajeno
Lo que decimos querer (o no querer) puede estar influenciado por prejuicios, imposiciones y condicionamientos de la familia, la sociedad, etc., que nos obligan a hacer algo que en realidad no queremos, como cuando nos obligan a estudiar una carrera que no nos gusta, trabajamos en un lugar que no es de nuestro agrado, o aceptamos a cualquier persona como pareja sólo porque "es peor estar solo". Lo que nos está bloqueando se conoce como "el deber ser", que es todo lo relacionado con lo que la sociedad y la cultura esperan de ti según tu sexo, edad, color de piel, rol de la familia, nivel socioeconómico, etc.

Cuando distingues entre lo que crees que quieres por imposición social o familiar y lo que realmente quieres, puedes comenzar a darte cuenta, en primera, de que estás en un lugar o entorno en el que es normal la violencia pasiva y psicológica. Y segundo, puedes empezar a desbloquear las razones por las cuales vas mal en la carrera, no te entiendes con tu pareja o te sientes tan agobiado con tu trabajo sin lograr objetivos ni metas. Es así que el primer paso para obtener lo que quieres sin ponerte obstáculos es identificar si eso que deseas es una imposición ajena a ti, ya sea por tus padres o por la sociedad, o si es realmente tuya. Entonces ahora sí pregúntate si realmente quieres hacerlo.

3) No quieres pagar ningún precio o tienes ganancias secundarias.
En la charla vimos que te puedes obstaculizar el logro tus objetivos o conseguir lo que quieres porque existe algo llamado “ganancias secundarias”. Éstas pueden ser tan sutiles como no darle gusto a tus padres de tener un hijo exitoso en la carrera que ellos eligieron para tí, o seguir en un papel de víctima para tener de qué quejarte con tus amigos en facebook (¿de qué vas a llorar para que otros te consuelen y te suban el ánimo, si no es de lo mal que te tratan tus padres, tu cónyuge, la vida?) o no salir de una relación tóxica por adicción a la adrenalina que los celos y las peleas constantes te generan. Estas ganancias secundarias generalmente son inconscientes; es decir, aunque las obtienes no eres consciente de ello y obstruyen tu camino hacia lo que dices que deseas lograr.

Dejar la carrera, el trabajo o la relación que odias es algo que no haces para no perder tus ganancias secundarias; dejarlas significaría que tienes que pagar precios. Por ejemplo: perder un año de la universidad, tener la desaprobación de tus padres, no ganar un sueldo puntual o mudarte de la casa donde vives con tu pareja a un lugar incierto. Generalmente no queremos tomar acciones pues no estamos dispuestos a pagar estos precios. Pero la realidad es que actuemos o no, siempre tendremos que pagar un precio, ya sean consecuencias, gasto de energía, salir golpeado emocionalmente de una situación adversa, adquirir la disciplina necesaria para cambiar un hábito, etc. Como estas consecuencias resultan desagradables, incómodas o dolorosas, nos asaltan pensamientos fatalistas y nos quedamos en una situación que creemos es la más cómoda y menos costosa, cuando en realidad nos estamos obstaculizando nuestro bienestar.

Siempre que estés en una encrucijada procura prever las consecuencias de cada una de las acciones posibles, y decide cuál de los precios a pagar es menos costoso para ti en ese momento de acuerdo a tu escala de valores. Si tu decisión final es quedarte como estás, por lo menos estás pagando precios conscientemente y eso en automático mejora tu actitud ante tu situación.

4) Le pides peras al olmo
Otra razón por la cual nos obstaculizamos el lograr lo que queremos es porque eso que queremos no lo podemos obtener en donde lo estamos buscando. Es cuando "le pides peras al olmo": esas situaciones en las que una persona no puede darte lo que tú quieres y te aferras a que haga cosas o se comporte de una manera que no es capaz, ya sea porque se lo prohíbe su escala de valores, porque no tiene el equipo emocional para hacerlo o simplemente no quiere. La cuestión no es que esa persona no hace lo que quieres, sino que tú no puedes obligar a nadie a hacer, pensar o sentir como no quiere o no puede. Eso es algo que simplemente necesitas aceptar para comenzar a actuar sin ponerte obstáculos.

5) Siempre usas el mismo método
La última razón por la cual identificamos que nos saboteamos lo que queremos, es porque no cambiamos nuestra manera de actuar, es decir, siempre usamos el mismo método. Queremos solucionar todos nuestros problemas o conseguir lo que queremos actuando una y otra vez de la misma forma sin darnos cuenta que puede ser la menos adecuada. ¿Porqué esperamos llegar a un lugar distinto andando siempre por el mismo camino? Por ejemplo, piensas que has hecho de todo y aún así tu hijo no quiere hacer la tarea. Le has gritado, lo has obligado a estar toda la tarde en la mesa sólo con sus libretas, ya hasta le pegaste y aún así el niño no aprende. Lo que no has visto es que todos esos métodos son violentos e irrespetuosos y ese, desde luego, no es el camino.
Podemos caer en la trampa de sentir que hacemos distintas cosas para obtener algo pero no vemos el factor común de nuestro actuar, como la violencia, la sumisión, estar siempre a la defensiva o cualquier otra conducta repetitiva. Generalmente implica que tenemos un patrón de conducta que rige nuestro actuar sin darnos cuenta y muchas veces no querer cambiar el patrón de conducta es lo que te impide lograr lo que quieres.

En todas estas formas de obstaculizarte tu camino subyace la ley de 180 grados. En todas, lo importante es tratar de hacer conscientes tus motivaciones inconscientes y los patrones de conducta que repites y que por ser enfermos no te permiten sentirte cómodo ni obtener lo que piensas que quieres. El descubrimiento de tus motivos inconscientes no ocurre de la noche a la mañana, es un proceso terapéutico que requiere trabajo y compromiso contigo mismo y tu salud.

(Síntesis por Miguel Arriola y Sandra R.)

Quién soy yo. Una recopilación de la enseñanza de Tito, comp. Mónica Nierman, Ciudad de México, 2017, p. 69.


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